2022
Catalina Jaramillo Quijano
21 de noviembre 2022-
Cada pintura es en sí misma una pequeña colección que acepta ese desafío – una singular disposición de cosas que opera desde la iconografía, cuyo simbolismo oculto ofrece una visión contemporánea de momentos específicos de la historia del arte. El referente más directo de estas pinturas es el llamado chaekgeori (“libros y cosas”) – un género de pintura coreana de la dinastía Joseon del siglo XVIII que representaba estanterías repletas de objetos, principalmente libros, acomodados en el estudio o despacho de un académico. Al respecto de los libros dice Sunglim Kim “Como medio principal para adquirir conocimientos y transmitir ideas e información, los libros eran herramientas fundamentales y estaban estrechamente relacionados con el poder en la sociedad de Joseon.”
El trasfondo de estas variantes de la pintura decorativa demuestra un respeto por la erudición característico de su contexto, donde la demostración de lujo u opulencia proviene de esta capacidad de lectura e investigación. La aristocracia encargaba estas pinturas para reflejar su personalidad o inventarse una nueva identidad idealizada.
Esta serie de pinturas representa una continuación del interés de la artista por la investigación y la pedagogía que se representa a través de los libros y las bibliotecas. Ya en proyectos anteriores se interesó por la iconografía institucional del ámbito educativo: en La escuela del desencanto utilizó la ironía para proponer un espacio de estudio caracterizado por el desasosiego. También a nivel formal se observa una continuación del proyecto Lecciones objetivas de Intuición, una serie de trabajos a partir de composiciones basadas en los juguetes del pedagogo del romanticismo Friedrich Fröbel. En esa serie de trabajos la artista se aproxima a la geometría y a la abstracción como herramientas pictóricas para la representación de procesos didácticos.
Son trabajos donde se evidencia la búsqueda de la legitimidad por medio del conocimiento; el cimiento del poder por medio de la erudición. Se recalca la representación misma de los libros como objetos, como contenedores de sabiduría. Aunque es usual el uso del lenguaje en las obras de la artista –para referirse a temáticas amplias como la literatura, la alquimia, y la pedagogía – las pinturas optan por plasmar las cosas desde sus más mínimas características, bloques de color y formas geométricas, un lenguaje alternativo al escrito. Evoca a Francis Ponge cuando escribió: “El objeto es siempre más importante, más interesante, más capaz
[…]: no tiene ningún deber hacia mí, soy yo quien está obligado a él”.
María Luisa Sanín Peña