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Consecuencias
2019


Natalia Castañeda, Sara Herrera, Catalina Toro, Víctor Garcés y Mauricio Carmona Rivera.  

15 de junio 26 de julio
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La Tierra tiene una piel y esa piel tiene enfermedades; una de las enfermedades es conocida como “hombre”. 
Friedrich Nietzsche.


Escribía Nietzsche, en la Segunda consideración intempestiva, que hay giros y ocurrencias del espíritu; sentencias y un pequeño puñado de palabras en las que una cultura entera, toda una sociedad, quedan cristalizadas de repente. No es entonces incierto que en la actualidad estemos condenados bajo palabras como: crisis medioambiental, transformación del territorio, reducción del ecosistema, polución, deforestación, mutaciones del paisaje, entre otras; y los artistas no son indiferentes a ellas. Así, durante mucho tiempo, la relación entre el arte y la naturaleza ha enmarcado gran parte de la producción artística incidiendo desde reflexiones-especialmente en el último siglo- que hacen llamados de alerta a la humanidad. 

Hoy en día, cuando hablamos de naturaleza, lo hacemos en un sentido mucho más alarmante, puesto que la mano del hombre en su afán de alcanzar la “civilización” , ha dejado a su paso consecuencias nefastas. El hombre es una suerte de “aberración” (aberrātiō; de aberrāre, andar errante), ha señalado el profesor y teórico Félix Duque: el hombre es un ser exiliado de su centro, de su origen, de su propia naturaleza cuando atenta contra ella en nombre del “progreso”.

Consecuencias es una muestra colectiva que reúne a cinco artistas que trabajan desde diferentes medios como la fotografía, el video, las artes gráficas y la pintura, para evidenciar algunas huellas que ha dejado sobre nuestro planeta los desmanes del hombre. Así, la artista Sara Herrera en su proyecto Tu callesu casa (2019), señala a través de piezas gráficas aquellos atropellos a los animales que son causados por el descuido en las carreteras, y cuya consecuencia es la reducción dramática de los ecosistemas que se encuentran en ese entorno. La artista centra su atención en algunas carreteras de Medellín pero entiende que este es un fenómeno que agobia la fauna de manera global.

Por su parte, Víctor Garcés presenta Kairós (2019), una animación en la cual observamos un paisaje cambiante, “un fragmento de eso que creemos conocer como natural, que no ha sido tocado por el hombre”, y cómo ese fragmento de naturaleza desaparece; no sabemos si desintegrado por una fuerza que destruye, o si se presenta como una forma de renacimiento, “una especie de génesis o una cosmogonía inversa”. Kairós es un concepto griego que representa un lapso en que algo importante sucede, y traduce literalmente “momento oportuno”. Víctor Garcés explora en su trabajo conceptos como la vida, la muerte, el tiempo, la memoria y el caos.

Continuando desde otra perspectiva, Catalina Toro a partir de su obra Después del paisaje (2018), reflexiona de una manera particularmente poética sobre la idea de habitar el territorio y sobre el acontecer de aquello invisible que estuvo allí. En este sentido, su serie fotográfica utiliza recursos simbólicos que nos inspiran a meditar sobre la ausencia, sobre algo que ocupó un lugar, que hizo parte de una realidad, pero que ahora no aparece. Por otro lado, Mauricio Carmona Rivera revisa la singularidad de los contrastes que generan la explotación de los suelos, la riqueza, la ostentación de poderes y la miseria social que aquello acarrea. Así, en su proyecto Diario de campo: 2 de marzo de 2014. Club de Golf. El Centro, Barrancabermeja (2014), el artista registra un campo de golf en apariencia ordinario construido en 1928 por la Tropical Oil Company. No obstante, vemos en aquellas tomas un elemento que nos advierte de algo que no está del todo bien en ese paisaje ideal; “un dispositivo empleado para quemar los gases que se generan como producto de la explotación petrolera”.

Finalmente, la artista Natalia Castañeda por medio de un ejercicio pictórico, se pregunta sobre concepciones geográficas implícitas en la experiencia de explorar un territorio. El proyecto Parece distante (2017), reflexiona sobre el paisaje y la práctica de hacer un recorrido como experiencia estética donde el cuerpo parece hacer simbiosis con el paisaje.

En ese sentido, la artista se ha interesado por un territorio específico: el Volcán nevado del Ruiz, donde en términos formales, presta especial atención a “cómo surge la imagen a través de capas de sedimentación, que al igual que el paisaje, se acumulan gesto tras gesto, paso tras paso.” 

Teniendo en cuenta las reflexiones anteriores, no cabe duda que en este conjunto de obras, el gesto formal acompaña el propósito de los artistas marcando el orden de la sensibilidad y reafirmando al mismo tiempo, la eficacia de su configuración estética, que le ha dado sentido al mundo y a su significación.