Exposiciones / Un abrazo largo
Un abrazo largo
Esta exposición está compuesta por la obra de tres artistas jóvenes colombianas cuyos trabajos oscilan entre la pintura, el dibujo y la escultura. Artistas que han construido una serie de mundos poéticos donde materiales supuestamente frágiles y volátiles se muestran como fuertes y resistentes. María Roldán ha dedicado horas de investigación a indagar las propiedades del vidrio y del cristal como un elemento capaz de modificar y pervertir la mirada; Marcela Calderón explora materiales orgánicos y los utiliza como pretexto para preguntarse por las relaciones entre la naturaleza y la historia. Y, finalmente Cristina Umaña Durán, toma telas, sábanas de cama, en las que imprime, dibuja y transporta imágenes tan propias de la infancia, pero que también son comunes al sueño, la memoria y
la imaginación.
la imaginación.
Hoy en Policroma, en Un abrazo largo, vemos un árbol casi transparente que crece y envuelve una de las salas; un par de telas que caen sobre los muros en las que se estampan dibujos de objetos e imágenes de la fantasía; y una serie de nidos tejidos que se descuelgan del techo y que sostienen cilindros irregulares de vidrio. Cada una de estas instalaciones son objetos que aparecen de manera sutil, pero que invaden y acogen las dos salas de la galería.
Artista: Marcela Calderón, María Roldán y Cristina Umaña
Un abrazo largo
Esta exposición está compuesta por la obra de tres artistas jóvenes colombianas cuyos trabajos oscilan entre la pintura, el dibujo y la escultura. Artistas que han construido una serie de mundos poéticos donde materiales supuestamente frágiles y volátiles se muestran como fuertes y resistentes. María Roldán ha dedicado horas de investigación a indagar las propiedades del vidrio y del cristal como un elemento capaz de modificar y pervertir la mirada; Marcela Calderón explora materiales orgánicos y los utiliza como pretexto para preguntarse por las relaciones entre la naturaleza y la historia. Y, finalmente Cristina Umaña Durán, toma telas, sábanas de cama, en las que imprime, dibuja y transporta imágenes tan propias de la infancia, pero que también son comunes al sueño, la memoria y la imaginación. Hoy en Policroma, en Un abrazo largo, vemos un árbol casi transparente que crece y envuelve una de las salas; un par de telas que caen sobre los muros en las que se estampan dibujos de objetos e imágenes de la fantasía; y una serie de nidos tejidos que se descuelgan del techo y que sostienen cilindros irregulares de vidrio. Cada una de estas instalaciones son objetos que aparecen de manera sutil, pero que invaden y acogen las dos salas de la galería.